domingo, 21 de julio de 2013

Catorce.

La quietud de la tarde, la intensidad que confiere a los ambientes la pobreza, tan justa ordenadora y coleccionista de objetos adecuados, eran un deleite para el artista, que, a pesar de su corta edad, presentía que en lugares asépticos como el interior de la droguería era imposible encontrar sombras sugerentes, colores profundos y composiciones caprichosas, como allí, junto a las papas y las frutas, que se destacaban nítidas del hollín y la pátina de los muros.

La lección de pintura.