miércoles, 24 de diciembre de 2008

La fila

No se si el Transantiago ha mejorado o si la gente se aburrió de reclamar. Personalmente no me quejo, hay que caminar un poco más que antes para combinar, aprenderse bien las rutas y transbordos, pero en general parece que está funcionando bien, o al menos mejor que tras la caótica inauguración. Ya no me tocan filas de dos cuadras, pero desde el auto las he visto. Lo que si está claro es que a "los usuarios", como dice la prensa, la paciencia les dura poco.
El otro día, esperando la D-08, bus alimentador de la zona D (amarillo), La Reina Peñalolen Macul Ñuñoa, Francisco Bilbao-Padre Hurtado-Carlos Sila-Valenzuela LLanos-Larraín-Andacollo-Mamilla-Quillagua-Talinay-Camino Internacional-Quebrada Camarones-El Alto-Grecia (lindo recorrido por personajes de la historia, el norte de Chile y Europa), flota de 14 buses Metalpar años 2006 y 2007 no enchulados, fallo la sincronización de la línea y el bus se demoró más de lo normal en llegar, siendo lo normal no más de 20 minutos. Estuve cociéndome a 33 grados Celcius unos 45 minutos en Bilbao con Tobalaba tipo cuatro de la tarde. La fila era de unas 40 personas, pero estaba lo suficientemente adelante para sentarme. En el minuto 35 tres jóvenes esforzadas de este país al parecer se saltaron la fila y se pararon al lado de la señora que estaba delante mío. Seguí escuchando música desde el celular. En el minuto 40, después de que llamaran a la Joselyn, cuarta joven esforzada, no aguanté preguntarle a la señora si esas mujeres estaban desde antes que ella en la fila y habían, por ejemplo, ido a comprar un Super Yiro, para pedirles, o no, que hicieran la fila cuando llegara la micro. -No, y no esperó a preguntarle a las cabras -¿Están esperando la "D cero osho"?-Si señora. -Saben que la fila está allá atrás, ¿por qué no se van a hacerla mejor? -Es que nosostras llegamos antes pero estabamos sentadas allá, respondieron apuntando a un lugar más lejano del mismo paradero. En eso saltó una señora muy elegante, habría apostado que por primera vez era un usuario en su vida, y empezó el griterío. Los treinta o más que estaban para atrás de la fila se tiran contra las pobres trabajadoras part time del Jumbo. -¡Hagan la fila!¡Paren la wea!¡Váyanse a la chucha!¡Ustedes se van a ir a hacer la fila!, decía como una madre enojada la señora. Me senté en esos asientos altos al lado de la ventana. Dentro de la micro seguían peleando, sólo la señora con las trabajadoras. -¡Borrachas, no respetan nada!, decía la señora- ¡No soy borracha, voy a trabajar vieja hueona! -¡Conshetumare! -¡Pendejas culiás!...
La batahola duró como seis cuadras con la micro andando, ahí se les acabaron los garabatos, la señora había pasado de elegante a ordinaria (su hija quinceañera estaba en estado de shock al lado), las jóvenes esforzadas ya eran chanas de las mejores y el resto de la micro discrétamente se reía, incluyéndome. Si en algo estaban de acuerdo, con excepción de las protagonistas, era en que bastaba con esperar a la locomoción colectiva un buen rato, bastaba con cagarse de calor haciendo la fila, hacer una combinación y todo lo que implica usar el servicio público de transporte. A veces hay que esperar y aguantarse. Para que hacer peor la espera.

martes, 9 de diciembre de 2008

Campeonas.

Volvíamos de la sala de espera previa al embarque en el aeropuerto internacional de Santiago.

Mi hermano viajaba a Estados Unidos, a un invierno frío trabajando como operador de andarivel en un pueblo de Utah, Park City. Pueblo y todo, es el lugar donde se celebra cada año el festival de cine independiente más importante en ese país. Tiene suerte, pues se realiza las dos últimas semanas de Enero. Ojalá logre una escapada de su cubículo de andarivelista para presenciar algo de aquello. En el camino, nos cruzamos con un par de futbolistas norteamericanas, recién campeonas del mundo en la categoría sub 20. Dos chicas de lindos ojos azules, bastante interesantes, dotadas de un par de gemelos que evidenciaban una dedicación profesional al deporte no tan rey en este caso. Me atrevo a decir que cualquiera de ellas le pega a la pelota más fuerte que un pichanguero corriente, y que en un duelo bailarían a más de uno que se crea deportista. Viéndolas es más fácil entender como las amateurs y rechonchitas chilenas se fueron rápido de vuelta a estudiar para los exámenes de fin de año.

Había apuro por volver luego al estacionamiento, así es que cruzamos rápido la zona mixta, varias tiendas y Duty Frees, hasta el control de policía internacional. La fila, atestada, era la hora en que se hacen la mayoría de los vuelos al país de la libertad. Y, por supuesto, más jugadoras. En la esquina había cuatro, bien presentadas con sus uniformes oficiales, sus mochilas bordadas con el logo de la USSoccer y sus pelos rubios tomados. Una llevaba colgando la medalla de campeona. No pude resistir la tentación de pedirles una foto a las cuatro. Fútbol femenino y todo lo que se pueda criticar respecto de su nivel, además sub 20, peor eran campeonas del mundo, y lindas. Por supuesto, no las había visto ni en TV, pero encontré por lo menos simpático retratarme con ellas y sus medallas.

-May I take a picture with you?, pregunté en mi inglés colegial. Medias descolocadas, accedieron. Le pedía a mi padre que nos sacara la foto, levanté la cinta que arma esas filas de cuncuna y en eso se corre un paño negro en que una de ellas llevaba algo envuelto. Ni más ni menos que la Copa. No podía ser mejor. Cuatro linda rubias, deportistas, campeonas del mundo, con sus medallas y una copa del mundo. Es interesante la atracción que genera ese objeto, reservado para las manos de pocas personas, las mejores, reluciente, reflejando la expresión dichosa de quienes llegan a lo más alto. Me quedé absorto mirándola un momento, tal vez no estaría otra vez con una Copa del Mundo en mis narices.

-No queda batería, dice mi padre.

Menos mal había dos de repuesto, así es que las cambió, todo tan rápido como era posible. Las cuatro gringas posaban sonriendo, esperando que me pusiera al medio para la foto y dejara de joderlas.

-Tampoco están cargadas.

A la mierda! No podía ser peor. Tomé la cámara para revisarla y no había nada que hacer. Me di vuelta y las cuatro seguían ahí, sin entender nada.

- The batteries...eh... no cargadas. Agaché la cabeza, me apreté entre los ojos donde empieza la naríz. -Oh shit. Sorry, thank you... and congratulations. El inglés era rústico.



En el auto de vuelta, revisé la máquina fotográfica. Leí el anuncio sobre fondo blanco, indicando "¡Atención! El dial de modo no está en la posición correcta". Eso empeoraba las cosas. No eran las pilas, era la maldita ruedilla.

La copa, ni se mira ni se toca. Eso está reservado para el campeón, y, en castigo, me quemé los ojos en su baño de plata.

En todo caso, eran campeonas de fútbol femenino, sub 20 nomás. Y ni tan lindas.

jueves, 6 de noviembre de 2008

R.E.M. en Chile

Me atrevo a empezar este artículo afirmando que la visita de R.E.M. es la más importante visita del año. Creo que el mezquino público chileno no reconoce a un conjunto de peso mundial que, quizas por ser más "independiente" no penetra facilmente en las masas. Unha banda de la categoría de R.E.M. merecía estadio lleno para ambos días de presentación y Movistar Arena estaba tan sólo a media capacidad. Parte de la culpa se la llevan también las productoras que, como se ha hecho habitual, ponen las netradas a precios exorbitantes, inaccesibles para el chileno medio. Lamentablemente, somos los más caros de Sudamérica. Las cerca de 20.000 personas que disfrutas en los dos días se llevan el recuerdo de ver a una de las más importantes bandas vigentes del momento. Cuando nos llenamos de visitas de piezas de museo (no por eso menos importantes), adquiere relevancia el que estén vigentes. Aunque toda comparación es odiosa, para que comprendan personas de gustos diversos, es comparable con la visita de U2 y la próxima de Madonna, la de Morrisey, la de Pearl Jam. Si omito alguna, pido disculpas, pero no se me ocurren más. R.E.M. es de esas bandas que de alguna forma trascienden su época, marcando hitos en la historia de la música que marcan a las generaciones futuras. El show que brindaron el segundo día del SUE no deja duda alguna respecto de la calidad de la banda y el equipo entero que está trabajando para el espectáculo.
Ahora, el show.
Abren con una formidable tripleta, "Living Well is the Best Revenge" del último disco, I took your Name y el hit "What's the Frecuency, Kenneth?", ambas de Monster. Michel Stipe se contorsiona en el centro del escenario, los saludos de rigor, el esperado saludo a Obama y la advertencia de que estará pendiente todo el show de los resultados. Luego la calma con la fantástica "Drive" de Automatic for the People, para volver a acelerar con"Driver 8", de "Fables of the Reconstruction". Stipe nos cuenta el origen de "Men Sized Wreath", de Accelerate y Mike Mills hace bromas con el público. Luego Ignoreland, para recordar la protesta en los tiempos de Bush padre y la maravillosa "Fall on Me", de Lifes Rich Pageant (1986). Luego más de Accelerate con "Hollow Man", para encender definitivamente al público con la mediática "Imitation of Life", de Reveal.
Continuará... debo las fotos desde la galería y más de la mitad del concierto.

viernes, 15 de agosto de 2008

Tenis Olímpico



No se si volveremos a salir con un oro en juegos olímpicos. Contra Nadal, González la tiene difícil. Muy dificil. Pero, la verdad, es que no me muero si pierde, porque si lo hace jugando como en semifinales, no es que haya perdido sino que merecían ganarle. Es que así es el tenis, por eso me gusta más que el cualquier otro deporte. El resultado no se lo lleva otro que el que juega mejor, el que logra ganar el último punto cuando tiene match point a favor después de dos, tres y hasta cinco sets de trabajo. ¿Cuántas veces se ha dicho que un partido de fútbol no lo ganó el equipo que merecía ganarlo? Y luego empieza la típica disputa, que da lo mismo como se gana, que el equipo hizo su negocio y se llevó un puntito de visita, y así. En tenis eso no existe, como González y Blake demostraron en una exhibición impecable, de esas que se ven sólo en las más grandes justas, Grand Slams, Copa Davis, Juegos Olímpicos.

Hice un esfuerzo para quedarme hasta las cuatro de la mañana aguantando para ver la transmisión en directo del partido. No pude aguantar con la sucesión de clavadistas que pasaban por la tele a eso de las tres y cuarto. Lindo espectáculo, pero eran las clasificaciones nomás. Hasta un guatazo terrible se pegó una de las participantes.
Como a las ocho y media desperté (o me despertaron), avisándome que Fernando González acababa de vencer a James Blake, séptimo del ranking ATP y quien en cuarto de final le había ganado nada menos que a Roger Federer en dos sets. Feliz con la noticia me puse a ver la retransmisión del partido (2-2 iban en el primer set) a remolones. Aquí apreto el botón de forward para adelantarme una hora y media en el lance, hasta el momento clave. González está sirviendo con la cuanto 0-40, 5/6 en el tercer set. Ya sabía quien ganaba, pero no podía creerlo. Los pormenores no me los había contado nadie. El Feña se sacó tres puntos de partido con un coraje impresionante que se ve en pocas ocasiones, justificando el valor de las olimpiadas, más allá de que en tenis, deporte millonario, lo único que se juega es el honor, las medallas y los puntos ATP. Si no me falla la memoria, dos winners tremendos lo sacan de esa terrible situación. Sabía el resultado y vme estaba comiendo las sábanas. Creo que cualquier persona habría estado igual, fuera chileno, estadounidense, chino, italiano o lo que sea. Cómo habrán estado los espectadores. 6/6 queda la cuenta en el útimo set, sin tie break. Siguen dándose duro, Blake nos deleita con una "gran Willie" y Gonzo con sus passings y derechos invertidos. Solabarrieta, a estas alturas un personaje de la TV que se caricaturiza a sí mismo con frases del tipo "González dibuja con tinta china en Beijing" (me lo imagino anotando en un block esas oraciones antes de dormise, buscando una lírica que ni se acerca a la emocionalidad de Carcuro), está extasiado con cada uno de los aces del Bombardero de la Reina. Y yo, ya no me asusto cuando veo a González jugando el revés con slice cruzado y profundo, a milímetros de la red, con una paciencia y exactitud que demuestran como a madurado y controlado su juego, esperando para reventar al rival de un derechazo o soprenderlo con un revés plano. Avanzo un poco más. Feña acaba de ganar su saque con un punto discutido por Blake, quién promete por su vida que Gónzález tocó la bola antes de que se fuera larga. La repetición indica que el chileno se avivó (no pude evitar acordarme de como nos robaban los norteamericanos cuando la tenían difícil en una serie de Copa Davis contra Chile, cuándo Blake también fue protagoinsta), pero el primer punto de un juego no decide el partido, tal como reconoció el moreno. A continuación le quiebra a Blake, queda 10/9 sirviendo y con la cuenta 40-0. La final está más cerca que nunca, pero Blake se la juega con tres reveses terribles, devolviendo buenos saques de Fernando y volvemos a sufrir. De nuevo, puede pasar cualquier cosa, porque Blake podría poner dos izquierdos más en la línea y empezamos todo de cero otra vez. Menos mal que me sé el resultado. Recién en el quinto punto de partido se termina definitivamente, James Blake manda a la red un servicio de Feña, ganándose los boletos por Chile a la final, asegurando una medalla de esas que rehúyen nuestra historia. Recién ahora, después de que termina la repetición del partido puedo relajarme (un poco, ante la expectación del último partido). Televisión Nacional no se aburre de mostrar a Fernando González llorando de la emoción y los comentaristas insisten en que jamás lo habían visto así. Porque por Chile, hasta Mano de Piedra llora. Es que son lo Juegos Olímpicos, una vez cada cuatro años, sin dinero de por medio, por el honor y el reconocimiento del mundo.
Gracias Blake. Gracias Fernando, nos vemos el domingo. Esta vez si que no me quedo dormido.