jueves, 1 de mayo de 2014

Niños (dieciséis).

   Altero, aparentemente, el moribundo vaivén y cierta ambigüedad característicos de este lugar para compartir una bella cita que me trajo el recuerdo de mí último diálogo mantenido con un niño. 

     Ocurrió hace unas semanas. El pequeño, que aun no sabe leer ni escribir, asomó primero su cabeza rubia al pequeño cuarto que me habían asignado. Después de observarme un momento mientras ordenaba mis ropas, se paró en la entrada, con cuidado, pero sin pedir permiso. Resueltamente, me inquirió por qué no dormía junto a mi novia. Todo el resto podrán imaginarlo. Si son padres, tal vez tendrán mejor material para la imaginación. O para el recuerdo. 

     Pues bien, la cita reproduce unos momentos maravillosos, por la forma en que revelan el desparpajo, la simpleza y la inocencia de los niños, cualidades olvidadas por nosotros, los adultos. Y el principio de la triste pérdida de ellas. 

     Nastia, tiene ocho años. Kostia, siete. Interrumpen sus juegos para enfrascarse en una discusión. 

"-Nunca, nunca creeré -sostenía Nastia- que las parteras encuentran a los niños en las coles. Estamos en invierno, no hay coles, y la buena mujer no habría podido traerle una hijita a Catalina.
-¡Vaya! -murmuró Kolia.
-Si los traen de alguna de alguna parte es solamente a las que se casan.  
Kostia miraba a su hermana, escuchaba gravemente y reflexionaba.
-Nastia, ¡qué tonta eres! -dijo por último con voz tranquila-. ¿Cómo podría Catalina tener un hijo, puesto que no está casada?
Nastia se irritó:
-Tú no comprendes nada; tal vez tenía un marido, pero lo han puesto preso.
-¿Tiene al marido preso de veras? -preguntó el positivo Kostia.
-Quizá no -replicó impetuosamente Natia, abandonando su primera hipótesis-. Quizás no tenga marido, como tú dices, pero a lo mejor quería casarse y se puso a pensar en la forma de conseguirlo. Pensó en eso, pensó y pensó, y terminó por tener en lugar de un marido, un hijito. 
-Es posible -consintió Kostia convencido -, pero ¿cómo podía saberlo yo si no me hablaste nunca de eso?"



Los Hermanos Karamazov.
Libro Décimo "Los muchachos"
Capítulo II "Los pequeños".

No hay comentarios: